El choque de una nueva percepción
Cuando modificas la percepción de tu realidad, de lo que percibes como algo físico e inamovible, primero surge la sensación de que no es real, que no pertenece a la realidad. Hay un rechazo automático; se intenta a toda costa permanecer en la realidad que percibes estar.
En referencia a los cambios en la percepción de realidad se nos ha insistido mucho y se nos ha hecho creer que cualquier alteración no es más que un engaño ocular. Pero si tu percepción se torna diferente, ¿por qué motivo es? Se nos ha dicho y relacionado que cualquier cosa diferente a lo establecido como real está fuera, que forma parte de una simple distorsión temporal. Así se ha pretendido atrapar al ser humano para que no experimente en sí lo que es real.
Sin embargo, en nosotros reside la capacidad de entrar en contacto con otras realidades, dimensiones. La mente solo puede aceptar lo que cree que es. A muchos les ha pasado que, al vivir una situación súbita o un suceso al cual no están habituados, la mente genera un sentido de estar viviendo algo no real. Como un golpe, ese acontecimiento trastoca la mente, que necesita tiempo para aceptar lo sucedido. Así es la mente; está creada de esa forma.
La distorsión de lo que creíamos inmutable
Cuando miras fijamente un objeto, puedes distorsionar su aparente consistencia en una imagen clara e inmóvil. Pero, si lo observas sin pensamientos asociados, puedes llegar a percibir cómo la imagen comienza a moverse, a distorsionarse. En ese momento, sientes que algo está pasando.
Lo primero que hace la mente, es restablecer a toda costa lo que cree que debe ser esa imagen. Pero eso, en realidad, es simplemente un acto programado. Si permites que la experiencia fluya por sí misma, puedes llegar a sentir que eso que estás percibiendo se torna inmaterial, pierde su esencia y apariencia física. Incluso puedes darte cuenta de que simplemente está formado por una imagen proyectada, que puedes atravesar, como cuando cruzas ante la luz de un proyector.
Entonces, ¿quién puede asegurar que lo que estás experimentando no es parte de la verdadera existencia? ¿Quién puede negar que eso que percibes no es más que el resultado de la verdadera creación? ¿Alguien de afuera, que no puede experimentar en sí mismo lo que tú sientes, puede afirmar con certeza que no es real?
El poder de la proyección mental
Para la mente, este cambio es un choque brutal, ya que desafía su propia existencia. Si eso que ahora percibo pertenece a otra realidad, ¿cómo puedo aceptarlo estando ligado al sentido de supervivencia?
Pero si también percibo que es mi mente la que me dice que lo que estoy observando es real, y al tocarlo parece real, ¿cómo hago para entrar en esa misma proyección y modificar lo que estoy viendo? A la vez, ¿cómo puedo modificar lo que quiero ver? Según esta lógica, podría hacer aparecer lo que deseara simplemente con pensarlo, proyectándolo, imaginándolo. Lo que me impide hacerlo es la creencia de que no puedo, de que no es real, de que no es posible. ¡Es una locura para la mente!
Es decir, todo lo percibido existe porque mi mente me dice que está allí, que es real. Ante estos argumentos asaltan preguntas como:
¿Podemos entonces manifestar lo que queramos? ¿Podemos proyectar en esta versión de la realidad lo que realmente deseamos? ¿Esto se traduce como un acto de luz?