Lo artificial por encima de lo natural

El engaño de las apariencias

Estamos tan acostumbrados a no mirar, a no cuestionar, a no pensar, que este hecho nos impide darnos cuenta de que vivimos bajo una sola versión de algo totalmente artificial y carente de realidad. Todo es subjetivo y se basa en un sistema único de creencias.

¿Qué prefieres, por ejemplo? ¿Ir al bosque a caminar o en bicicleta, o ir al gimnasio a usar una cinta que gira y gira, o una bicicleta que ni siquiera se mueve? ¿Qué es lo natural y qué lo artificial? Todo se traduce en el intento del ego de replicar lo natural en lo artificial, en todos los ámbitos.

¿Crees que el espíritu necesita satisfacer una necesidad constante de cosas artificiales y superficiales? ¿Precisa aparentar algo?

La pregunta es: ¿para qué aparentar? ¿Qué hay detrás de esa necesidad constante de demostrar algo ante ti mismo y ante el supuesto exterior percibido?

Un mundo de espejismos

¿No te has preguntado por qué debes adaptarte para aparentar lo que no eres en el mundo? ¿Por qué debes vestir de una forma u otra? ¿Por qué necesitas diferenciarte de los demás, sobresalir o captar la atención de otros? ¿No será que estamos perdidos en un mar de engaños, viviendo puramente espejismos?

Porque dime tú, ¿en el mar qué diferencias puedes percibir? Solo verás extensiones de agua y más agua. ¿Puedes distinguir algo? ¿O es que realmente no existe ninguna diferencia?

En este caso, el agua representa lo que somos: uno en todo y todo en uno. La tierra, en cambio, simboliza la diferencia, pero solo desde la percepción de un ojo ciego e ignorante.

El fin, el medio, es dejar de creer. Si dejamos de creer, nos liberaremos de todas las cadenas que nos atan a argumentos únicos, los que nos dictan lo que es y quiénes somos.

Soltar el personaje, trascender el miedo

No se trata de creer en cosas superiores. ¡Simplemente se trata de soltar! Se trata de conectarnos con nuestra verdadera esencia. Allí reside toda realidad. Allí nos encontramos con lo que realmente somos, que en ningún caso es esto que creemos ser.

Es doloroso, provoca miedo abandonar lo que crees ser, ese personaje que has construido a lo largo de los años. Todos esos años llenos de ilusiones se han convertido en ataduras, en condiciones, en reglas. Pero te has sumido tanto en la representación de este personaje, lo has asumido totalmente como tuyo, que ahora crees que eso que ves reflejado eres tú. Soltarlo es difícil. Dejar de ser un programa parece imposible.

Implícitamente, existe el miedo a revelarse, a manifestar lo que realmente sientes, a salirte de lo estipulado y regulado por el colectivo. Existen normas sobre lo que se puede y no se puede hacer, sobre lo que es considerado «normal». ¿Pero por qué nadie debe juzgar a nadie? ¿Quién dispone del poder para hacer juicio o castigar?

El miedo a soltar, a la muerte, a desaparecer, es la base de este operativo. Está diseñado para que el ego tema a la muerte, para que la supervivencia sea la prioridad absoluta. Y así, la gran pregunta sigue siendo: ¿quién decide qué es normal y qué no lo es? ¿Quién dicta lo que puedes o no puedes hacer, lo que es o no es adecuado?

La sociedad ha creado una estructura rígida que, de una forma sutil, te empuja a permanecer dentro de ciertos límites predefinidos. Esto, evidentemente, se extiende a todos los niveles: desde lo más banal hasta lo más profundo de tu existencia.

Scroll al inicio