Percepción del tiempo sujeto a nuestro estado
Su percepción está completamente condicionada por el estado en el que nos encontramos y la actividad que estemos realizando.
En momentos de espera o al realizar tareas pesadas que no deseamos hacer, se percibe como algo denso, lento y agobiante.
En estos casos, sentimos impaciencia y malestar, deseamos que pase rápidamente y nos lleve a un futuro anhelado. La sensación y su medición se convierte en una carga.
Por el contrario, cuando nos encontramos inmersos en actividades placenteras, parece desvanecerse. Pasa rápidamente, incluso demasiado, dejándonos con la sensación de inexistencia misma del concepto tiempo. En este caso no existe la sensación de peso.
La relación entre el Ego y la percepción del tiempo
Su concepto también está vinculado a nuestro ego. Cuando nuestro ego está enfocado en una tarea que no desea realizar, se aferra a la percepción del tiempo, haciéndolo parecer más lento y pesado.
En cambio, cuando el ego está distraído o menos presente, la experiencia se vuelve más liviana, fluida y placentera.
Si trasladamos este concepto a un plano más amplio, podemos afirmar que su percepción está influenciada por la densidad de nuestro estado mental y emocional. En estados de mayor carga, se percibe como lento; en estados más ligeros, parece acelerarse.
La dimensionalidad del tiempo
Podemos extrapolar este concepto al mundo dimensional y plantear que, en función del nivel de densidad en el que nos encontremos, se percibe con distinta velocidad. Esto nos lleva a reflexionar sobre la posibilidad de que, en ciertos estados de conciencia, el tiempo deje de existir como lo conocemos y se transforme en una simple condición de existencia, no sujeta a su medición convencional.
No se trata de analizar si esta idea es verdadera o falsa, sino de reconocer que todos experimentamos esta variabilidad a lo largo de nuestra vida. Es un fenómeno intrínseco a nuestra percepción y nuestra forma de existir.
Reflexión Final
La comprensión del tiempo no debe limitarse a un análisis racional, sino que puede servirnos para reflexionar sobre nuestra propia existencia y la naturaleza de nuestra percepción.
Cada instante es una oportunidad para comprender que su percepción como una unidad de medida no es una constante absoluta, sino una experiencia moldeada únicamente por nuestro estado interno.
En el plano físico, el concepto está limitado por la duración de la existencia en un nivel mortal.
Introspección
Ante estos argumentos, surgen preguntas como:
¿Cómo puede un estado alterar nuestra percepción del tiempo?
¿Cómo podemos experimentar en nosotros mismos una unidad que representa algo fijo como algo totalmente diferente en su propia medida?
¿Reside en nosotros el poder de alterar una percepción hasta el punto de experimentarla de forma completamente distinta?
¿Dónde queda realmente el concepto de tiempo en este caso? ¿Es solo una unidad de medida para el control y la organización?