El propósito común de nuestra existencia
Estamos todos aquí para un proyecto común; nada escapa de este propósito inicial. En cada uno de nosotros reside la proyección misma de un resultado inevitable y grandioso a los ojos espirituales: una labor extraordinaria.
Todos y cada uno de nosotros vive y revive el mismo proceso original a lo largo de su vida.
Todas las sensaciones de miedo, necesidad, soledad, así como las ansias de perder, de no tener, junto con todos los pensamientos que surgen a diario vinculados a miedos del pasado proyectados en el presente o en el futuro, son simplemente el resultado de la réplica del original.
Dicha replica es el resultado inicial, la causa de imaginar, en un solo instante, estar separado de la fuente, del todo, de un Dios, como se lo quiera definir.
Para entender, solo es posible si nos basamos en el concepto original y somos capaces de trasladarlo a nuestra propia vida, para darnos cuenta en nosotros mismos de este resultado replicado.
El proceso natural de la creación
Un ejemplo claro y fácil: cuando un pensamiento de cualquier tipo de naturaleza surge de repente, genera automáticamente el estado vinculado a esa emoción y se experimenta como algo totalmente real.
Es la esencia misma de la creación. No hay diferencia; es el proceso natural original: un pensamiento proyectado se convierte en una realidad perceptible y vivida, convirtiéndola automáticamente en un estado.
De hecho somos creadores, otorgamos vida a todo aquello que imaginamos.
Siempre se trata y funciona bajo el mismo hilo conductor original. De allí desciende hasta el nivel donde nos encontramos ahora mismo como estado humano, terrenal, dentro de esta tercera dimensión.
Sin saberlo y sin tener consciencia de ello, estamos reproduciendo, a lo largo de nuestra vida, el origen mismo de la creación. Somos parte integrante y activa del mismo proceso, todos por igual.
A modo humano, con la percepción del tiempo, parece tan lejano y a la vez, da una perspectiva de cercanía con la misma creación al entrar en contacto con la consciencia de lo que realmente supone y es la creación: su única causa, un solo pensamiento llevado y trascendido en una vasta creación de espíritus, dimensiones, seres, galaxias y mundos.
El acceso a la comprensión de la propia realidad
Para entrar en este entendimiento es necesario apartar toda creencia, al EGO y simplemente adentrarse dentro de uno mismo para encontrar, de forma natural, la propia comprensión sobre la propia realidad.
No es en ningún caso una realidad ilusoria, como te plasma el EGO. Si lo alcanzas, si conectas con ello, tú mismo serás el único testigo de tu propia realidad, acompañada por la inevitable y única certeza de verdad absoluta.
Esta certeza no tiene nada que ver con las creencias. No existe un creer dentro del mundo espiritual; simplemente es. No hay opuestos, no hay conflictos, no hay terceros, no hay dualidad y evidentemente, no existe separación.