Introducción
El versículo de Juan 1:29 menciona a «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo«. Esta expresión ha sido interpretada tradicionalmente desde una perspectiva religiosa como un sacrificio expiatorio. Sin embargo, desde una visión espiritual más profunda, su significado se aleja de conceptos de sacrificio y culpa, orientándose hacia la comprensión de la verdadera naturaleza del ser.
Que significa el cordero de Dios: Una metáfora espiritual
La referencia al «Cordero de Dios» no implica sacrificio, sino que simboliza la unidad de todos los seres dentro de la totalidad. La imagen del cordero hace referencia a la inocencia y la pertenencia a un rebaño, donde todos los espíritus forman parte de un mismo origen. En el mundo espiritual, no existen sacrificios, ya que el concepto de sufrimiento y expiación es una creación del mundo de la ilusión, del ego.
Que significa quita el pecado del mundo: Una Interpretación Espiritual
El significado de «quitar el pecado del mundo» ha sido distorsionado por interpretaciones dogmáticas. Si se observa desde la perspectiva del espíritu, no se trata de una eliminación de un pecado, sino del reconocimiento de que dicho «pecado» no existe en la realidad espiritual. El verdadero mensaje de esta frase es que no hay error alguno más allá de la ilusión creada por el ego.
Que significa pecado del mundo
Las palabras «pecado del mundo» deben ser entendidas como la equivocación de percibir la realidad a través del ego en lugar del espíritu. Desde esta perspectiva, el pecado no es una transgresión, sino la creencia errónea de estar separado de la Fuente. En el mundo espiritual, no existe la culpa ni el castigo, ya que estos son conceptos creados por la mente ilusoria del ego para perpetuar la separación.
Reflexión final
El mensaje de Juan 1:29, lejos de tratarse de sacrificio y redención a través del sufrimiento, nos invita a recordar nuestra verdadera naturaleza espiritual. El «Cordero de Dios» representa la esencia divina en todos, y «quitar el pecado del mundo» significa trascender la ilusión del ego para reconocer nuestra unidad con el Todo. Solo desde esta comprensión podemos despertar a la verdadera realidad del espíritu.