Accediendo a tu verdadera identidad espiritual
¿Por qué no mirar de una vez por todas con nuestros verdaderos ojos y acceder a la verdadera identidad espiritual? No los físicos, sino los ojos espirituales, los ojos de nuestra alma y, por ende, los del espíritu. A través de esta mirada interior hallarás la verdad. Tú mismo serás el testigo de tu propia verdad, sin necesidad de intermediarios, dogmas, religiones o creencias impuestas desde el exterior.
Nada que provenga de fuera puede interferir o cambiar lo único real y verdadero, y esto solo lo encontrarás dentro de ti mismo. No es algo físico ni material; no hay nada que conseguir, comprar o vender. En el mundo verdadero no existen las jerarquías de poder como las conocemos aquí. La diferencia es abismal.
Para comprender, simplemente necesitas acceder a quien eres en verdad, que no es nada de lo que «crees ser». No se trata de cambiar creencias ni de modificar nada dentro de la ilusión, sino de ver la verdadera y única realidad que existe. ¿Qué sentido tendría intentar cambiar algo dentro de un mundo fundamentalmente ilusorio?
Identidad espiritual cómo realidad verdadera
Desde el mundo del ego nunca se podrá operar a un nivel espiritual genuino, no es para acceder a la verdadera identidad espiritual. Todo cuanto acontezca dentro del ámbito del ego será simplemente un producto artificial de ese mismo mundo ilusorio. No se trata de criticar o forzar un cambio, sino de experimentar por ti mismo esta perspectiva. Al final, tú serás el único que recibirá el reflejo de lo que proyecta.
¿De verdad crees que en el mundo verdadero existe algo similar a lo que aquí crees experimentar? No, en absoluto, al menos no en la forma que puedes imaginar desde la limitación actual. Imagina estar en un estado donde tienes acceso a todo el conocimiento del universo, un «lugar» donde puedes moverte instantáneamente con solo pensarlo, donde no existe un límite a la velocidad porque operas en un no-tiempo y un no-espacio. ¿Cómo podrías aplicar las limitaciones que tan ingenuamente aplicamos aquí? Estar dentro de la limitación del espacio y el tiempo es estar dentro de la ilusión, es creer en ella.
Morir a la ilusión: El camino del despertar
El sentimiento de culpa primordial surge del simple hecho de haber creído estar separado de la Fuente, de la Unidad. La ilusión es un producto incesante de esta creencia en la separación: «todo está separado de mí». La verdad subyacente es que «nada está separado de mí»; todo está en uno mismo, proyectado como si fueran unidades sueltas.
La clave es «morir» a la ilusión: dejarse ir, soltarse de la identificación con lo efímero y así poder acceder a la verdadera identidad espiritual. Proyectamos hacia afuera todo aquello a lo que damos importancia dentro de la ilusión, pero en el gran esquema, nada de eso tiene una consistencia real y permanente.
En nuestro mundo ilusorio, todo está diseñado para ser definido con palabras, pero estas mismas están sujetas a múltiples interpretaciones y usos interesados. Si cualquiera puede alterar el significado de una palabra según su conveniencia, ¿dónde reside lo real en ella? Si la palabra se usa con fines lineales y concretos dentro de la ilusión, en eso reside su falsedad fundamental.
Artículo vinculado
Este contenido es la parte vinculada al artículo: La ilusión de la identidad y el despertar espiritual
Preguntas frecuentes
Accedemos a ella mirando hacia nuestro interior con los ojos espirituales o del alma, trascendiendo intermediarios, dogmas y creencias externas. Se trata de reconocer quiénes somos en verdad, más allá de lo que creemos ser en la ilusión.
La realidad verdadera opera más allá de las limitaciones del tiempo y el espacio que conocemos. Es un estado de acceso al conocimiento universal, movimiento instantáneo y unidad, radicalmente diferente a la experiencia fragmentada y limitada del ego en el mundo ilusorio.
Implica dejar de identificarnos exclusivamente con nuestra identidad terrenal, nuestras creencias limitantes y el mundo material. Es un proceso de soltar la idea de separación y la importancia que damos a lo efímero, para permitir que emerja la consciencia de nuestra verdadera esencia espiritual, la cual reside en nuestro interior y es una con todo.